Sin duda el punto central de una visita a Jordania es Petra. Pero como ocurre, por ejemplo, con las óperas, a veces la obertura impresiona más que la trama central. Así ocurre en cierto modo en Petra. Tras la entrada principal, y después de sortear o aceptar a los chavales que ofrecen hacer el recorrido en burro, caballo o calesa, el visitante llega al comienzo del impresionante "Siq", que al principio parece un corto paso entre rocas y pronto se descubre como una inmensa grieta en la piedra de arenisca que se abre a lo largo de un kilómetro y medio entre profundos acantilados que en ocasiones ofrecen 200 metros de altura por sólo cuatro de ancho.  Este es el camino hacia el Tesoro, la senda permitida dentro del gran parque nacional que es Petra. La Policía del Desierto, con sus túnicas verde caqui, sus fajines, los cuchillos al cinto y los fusiles al hombro, se encargan de disuadir a los visitantes aventureros de acampar en las montañas, como hasta hace poco solían hacer. Lo que los turistas llaman Petra, es una fracción --la más espectacular-- de un área de 264 kilómetros cuadrados, Parque Arqueológico Nacional desde 1993.