México es considerado a nivel mundial como un país que guarda una enorme riqueza natural, pues alberga la más diversa gama de vegetación en el mundo.  El estado de Oaxaca es considerado como el más diverso en especies biológicas a nivel nacional, pues alberga aproximadamente 30,000 especies vegetales que representan aproximadamente el 5% de la flora total del planeta.  Aquí podemos encontrar una de las áreas más ricas en especies de plantas y animales a nivel nacional, con una diversidad de ecosistemas muy importante, pues ostenta siete de los nueve tipos de vegetación terrestre del país: la Sierra Juárez.  Otra de sus riquezas no menos importantes son sus bosques, los cuales todavía conservan grandes extensiones de áreas forestales en donde podemos encontrar innumerables especies maderables como el cedro, la caoba y el encino entre otras. Existe una selva que en partes es completamente virgen y que constituye una riqueza ecológica nacional que debemos cuidar y valorar: La selva de los Chimalapas. El arte vive en las venas de los oaxaqueños y se refleja en su historia, en la obra de los grandes pintores contemporáneos y en las creaciones de los artesanos. Rufino Tamayo, Francisco Toledo y Rodolfo Morales son los grandes nombres oaxaqueños de la pintura moderna. Tamayo nació en Oaxaca, vivió en México y Nueva York, y está considerado como uno de los mayores artistas mexicanos de este siglo. Morales, "constructor de pueblos", según le definió Carlos Monsiváis, nació en Ocotlán, viajó con sus exposiciones por Europa y el resto de América y, finalmente, regresó a Ocotlán, donde ha alumbrado una producción pictórica fascinante, única y universal. Toledo nació en Juchitán, se formó en París y, al igual que Morales, pronto echó de menos la magia de Oaxaca y regresó a la capital, tras haber exhibido por todo el mundo su portentosa y poética imaginación. Otros muchos jóvenes pintores oaxaqueños han seguido la estela de los citados y exploran, con sus obras, el paisaje, las tradiciones, los mitos y las piedras oaxaqueñas, al tiempo que revelan sus afinidades por vanguardias americanas o europeas que definen parte de sus formas o estilos. Pero, en general, todos ellos comparten un claro orgullo por su herencia cultural, por representar la propia historia en otro tiempo y otro lugar, por expresar "la aparición de lo invisible", según acuñó el escritor mexicano Juan García Ponce. Gran parte de la obra de estos nuevos artistas oaxaqueños y de los grandes pintores citados se exhibe en la capital, Oaxaca, en museos en los que no resulta difícil encontrarse con diseñadores y artistas de todo el mundo que acuden a la tierra de la luz y la magia a dejarse inspirar por los tesoros de Monte Albán, las artesanías de Ocotlán o Arrazola o los lienzos del llamado "surrealismo mágico" oaxaqueño.