La palabra zapoteca para casa, yú’ù, ha servido para denominar una reciente iniciativa que permite alojarse en sencillas casas rurales de huéspedes para disfrutar del paisaje y los atractivos históricos y artísticos de bellos pueblos con un entorno muy atractivo y del contacto con la gente del lugar y sus tradiciones. Los Tourist Yú’ù son casas individuales, diseñadas para alojar hasta cinco personas. La cuota de alquiler es muy económica. Las reservaciones se pueden hacer a través de la Secretaría de Desarrollo Turístico de Oaxaca (SEDETUR). En la actualidad existen trece poblaciones con Tourist Yú’ù en el Valle de Oaxaca. En la época colonial, Oaxaca llegó a ocupar un lugar prominente en el desarrollo de la Nueva España. Las estancias de ganado mayor proveían de lanas a los telares de Puebla, las haciendas cultivaban caña de azúcar con la que se elaboraban los más afamados dulces del virreinato, se criaban los mejores caballos del continente, se explotaban el oro, la plata y los tintes derivados del empleo de la grana cochinilla, y a los puertos de Huatulco y Salina Cruz arribaban los tesoros de Perú, Guayaquil y Guatemala y las sedas, telas y especias cargadas en Filipinas. El desarrollo de las ciudades, puertos, ingenios e industrias, implantado en paralelo con las glorias y miserias de la tarea evangelizadora, no derrocó el sistema de creencias y modos de vida de las comunidades indígenas, que integraron sus viejos valores, sin apenas modificarlos, con los símbolos y prácticas de la nueva fe. En 1577, el obispo de la diócesis de Oaxaca, Fray Bernardo de Alburquerque, narra a Felipe II las dificultades de su tarea en una tierra donde los indios hablan 22 lenguas, viven "más derramados y esparcidos" que en Vizcaya y en Navarra y "maman las idolatrías de los pechos de sus madres".