Pequeñas cabañas agolpadas en el margen de uno de los afluyentes del Amazonas a unos 40 kilómetros de Iquitos cerca del pueblo de Indiana. La alejada tribu de los Yanomani habita un bosque casi del tamaño de Francia, en el norte de Brasil y al sur de Venezuela. Los Yanomani vivieron prácticamente aislados después de que fueron documentados por primera vez en la década de los 20 y hasta la década de los 70, cuando un gran número de mineros que buscaba oro invadió su territorio. Estos mineros trajeron enfermedades como sarampión, tuberculosis, gripa y malaria a los Yanomani que eran poco resistentes a estas enfermedades, lo que trajo como consecuencia una importante disminución de la población. Se estima que 20.000 Yanomani vivían en Brasil a finales de los 70, mientras que en 1997 quedaban menos de 9.000. La violencia entre los Yanomani y los garimpeiros armados ha traído como consecuencia muchas muertes. Los garimpeiros han interferido en el modo tradicional de vida de los Yanomani, al utilizar mercurio que contamina los ríos locales, la vida silvestre y a los Yanomani mismos. Los proyectos mineros ahuyentan a los animales de los que depende esta tribu para su alimentación. Los garimpeiros también introdujeron armas a los grupos Yanomani, lo que significa que las disputas entre aldeas normalmente terminan a tiros.Brasil ha destinado grandes áreas de bosque —alrededor del 12,5% del área total de Brasil y del 26,4% de la cuenca del Amazonas— para la población indígena, que está conformada por alrededor de 450.000 personas (0,25% de la población total). Estas reservas indígenas —establecidas en la Constitución de Brasil en 1988— ayudaron a aumentar la población indígena después de siglos de haber estado disminuyendo. De acuerdo a El Economista [2 de febrero de 2006], el 60% de la población indígena brasileña vive en la Amazonía.Estas áreas protegidas no son muy populares entre los campesinos pobres, los terratenientes y las constructoras, quienes han luchado en contra del establecimiento de parques y reservas indígenas, y quienes explotan los recursos forestales ilegalmente—especialmente la caoba y otras maderas preciosas—dentro de los límites de las áreas protegidas. Sin embargo, un estudio realizado en el 2006 por investigadores del Centro de Investigaciones Woods Hole y el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía, encontró que los parques y las reservas indígenas del Amazonas ayudan a disminuir la tasa de deforestación. Los investigadores concluyeron, mediante un análisis de datos satelitales, que la deforestación y la frecuencia de incendios era significativamente menor dentro del perímetro de las reservas y las tierras indígenas demarcadas.