Tatuajes en la plaza de Jemaa-el-Fna. Cristina Silvente. El público es mayoritariamente marroquí; este no es sólo un espectáculo para turistas, sino que es una experiencia que permite ser testigo de una parte de la vida de la ciudad que ha cambiado poco desde los tiempos medievales. Se aconseja llevar monedas sueltas, ya que los artistas esperan un par de dirhams además de un aplauso. Algunos de los artistas dejan también que la audiencia participe en sus espectáculos, mientras que otros suelen posar en las fotografías (se suele pagar una pequeña cantidad por ambas cosas). Jemaa-el-Fna está rodeada de cafeterías y restaurantes ideales para escapar del bullicio y relajarse con un té de menta, un café o un ligero almuerzo. Café Argana, Café de France y Café Glacier son tres cafeterías con mesas en la terraza y vistas maravillosas, aunque son un poco más caros que el resto de los establecimientos de este tipo de la ciudad.