Desde el cielo todo parece diferente. Las formas y texturas de las montañas cercanas desdibujan formas imposibles de percibir desde tierra. Los caminos que serpentean las montañas son apenas diminutos senderos blanquinosos que rompen la armonía del color verde de la vegetación. La imagen que se tiene desde aquí arriba del Puigmal nevado es abrumadoramente hechizadora. Los nueve componentes de la expedición observamos en silencio todos los secretos que el paisaje nos emite.   Estamos a 2200 metros de altitud y nos movemos a una velocidad máxima de 16 kilómetros hora en dirección a Puigcerdà. El sol incide directamente sobre nosotros y la sombra de los 25 metros que miden las telas del globo pinta de color negro  las montañas y valles por donde pasamos. La paz y tranquilidad que se percibe desde el globo contrasta fuertemente con las emociones intensas que se viven en las montañas donde seguramente algunos esquiadores aprovechan las últimas nieves de la temporada.