Chocolatería Grand Place, en la misma plaza Grand Place. El chocolate es en Bélgica una seña de identidad. Las primeras fábricas y talleres aparecieron poco tiempo después de que los españoles trajeran semillas de cacao desde el Nuevo Mundo. En aquel tiempo, el chocolate era una bebida amarga sólo accesible a las clases más pudientes. Con el tiempo, los belgas fueron desarrollando diversas formas y sabores hasta el punto que los comerciantes de este país centroeuropeo utilizaban el chocolate para agasajar a sus clientes durante las negociaciones comerciales. Los belgas son los inventores del praliné que en Bélgica se consume con almendras garrapiñadas. En la capital son muchas las tiendas que ofrecen el producto nacional por excelencia. En Bélgica los bombones se comercializan en diversos formatos y en cajas siempre presentadas de una manera muy elegante y delicada pues el chocolate se considera en el país una obra de artesanía. En Brujas se puede visitar el Museo del Chocolate, uno de los más importantes del mundo en su especialidad. En las prestigiosas galerías St. Huberts existen numerosas tiendas de chocolate en cualquier de sus tres espacios: las galerías del Rey, de la Reina o del Príncipe pero también hay grandes tiendas a lo largo de la ciudad y cerca de la Grand Place, el centro neurálgico de Bruselas. Para los amantes al chocolate decir que el chocolate belga es negro, no lleva leche y su sabor es pleno y armonioso. Se puede adquirir de muchas formas, las más comunes en forma de bombón, tableta o figuritas. Punto y aparte es la chocolatería Pierre Marcolini, la mejor muestra del buen hacer belga en el arte de la repostería internacional. Un placer para el paladar, para los amantes a la búsqueda de la perfección en el gusto y la estética. En Marcolini no sólo ofrecen chocolates, hay una gran variedad de galletas, sorbetes o helados. La característica principal de Marcolini es que trabaja con un cacao seleccionado personalmente por sus especialistas buscando además el maridaje con los mejores ingredientes. Sus chocolates estrellas son la Trufa con champagne, el Trianon Fondant o el Envol, que ha recibido en varias ocasiones los mejores galardones internacionales. No deben olvidarse también los Macaroons (conocidos como mostachones) que en Bélgica son una tradición pero en Marcolini se convierten en arte. CHOCOLATERIA GRAND PLACE AL ATARDECER