CAN TUNIS BARCELONA DRUGS Manuel Machado Aires es un portugues afuncado en el puente de Can Tunis. Hay historias humanas, claro que sí. ¿Cómo las quieren?, ¿grandes o pequeñas?. ¿Muy conmovedoras, o solo un poquito?. Las hay nuevas de trinca, por estrenar, y otras viejas, ya sobadas. Las hay que van en boca de todos, como la de la muchacha que murió en pleno invierno de sobredosis, y a los pocos minutos su cuerpo estaba completamente desnudo, le habían quitado todas sus pertenencias, ya no le hacían falta. O aquella otro del señor maduro, perfectamente trajeado, con corbata incluida, que va buscar las dosis para su hija, o la de aquella chica rusa que víctima de una crisis de manía persecutoria, atravesó limpiamente la Ronda del Litoral, y se topó con un coche para morir atropellada. O la de la madre que reconoció a su hijo por la televisión, llegó desde León, cuando estaba en  pleno mono de abstinencia, le ayudo todo lo que pudo, pero a los pocos días de partir ella, murió de sobredosis. 	   	Pero eso, ¿a quien le importa?. Son eso, historias, simples historias, pertenecientes a  un desprestigiado subgénero periodístico conocido como de “interés humano”, que no interesa a nadie salvo que suceda en países lejanos, protagonizado por seres exóticos, y retransmitido por la pantalla del televisor a la hora de la cena.  Hoy, por primera vez, he puesto el pie en el suelo, he pisado Can Tunis, Sergi, el fotógrafo dice que más vale pisar la tierra, que la moqueta de los despachos. Sin duda alguna es todavía joven.