Candados en el Puente de Carlos.  La idea, inspirada por los protagonistas de la novela Tengo ganas de ti , de Federico Moccia, consiste en cerrar un candado y tirar la llave al río para sellar una relación. Aunque el municipio romano quitó los candados, que comenzaron a sumarse de manera inesperada, e intenta frenar esta tradición que hace peligrar la estructura de este puente, la costumbre emigró a otras ciudades donde se siguen cerrando promesas de amor eterno. Algunos otros ilustres puentes que dan suerte son el Vecchio, de Florencia; el de Triana en Sevilla; Pont des Arts en París; Tretiakov en Moscú; Hohenzollernbrüke en Colonia, Alemania; el de Wroclaw, Polonía; Huangshan, China; el puente de la Suegra, en Odessa, Ucrania; Bryggebroen en Copenhague.  Treinta esculturas, en su mayoría de santos, custodian el puente que cruza el río Moldava. Pero sólo dos lugares clave concentran la magia. Según la leyenda, Juan Nepomuceno, confesor de la reina de Bohemia, fue ajusticiado por Wenceslao IV al negarse a romper el secreto de confesión. Luego de ser torturado, lo ataron y lo tiraron al río desde el mismo puente. Así, el primer punto especial se encuentra bajo su estatua. Hay que tocar la figura de un perro, que representa la fidelidad, y el bajo relieve del cuerpo del santo que representa el momento de su martirio. Reconocer el lugar correcto es fácil porque, debido al contacto de tantas manos, reluce mucho más que el resto de la obra. Se dice que para volver a Praga hay que tocarlo. El segundo lugar que congrega turistas es el sitio exacto desde donde San Juan fue arrojado, hoy señalado con una placa en la que se ven cinco estrellas, las mismas que habrían aparecido en el agua al hundirse San Juan. Quien coloque allí su mano debe pedir un deseo y el santo lo concederá.