El Tesoro es el edificio más emblemático de Petra, ubicado estratégicamente en un espacio reducido y relativamente protegido de la intemperie, con un suave color rosado y una factura sumamente clasicista. Debe su nombre a una leyenda ?tal vez influenciada por los datos de Egipto- relativa a la existencia de tesoros de algún rey o faraón, riqueza que estaría en la urna que se halla en el piso superior. El afán por el tesoro hizo que numerosa gente disparase, infructuosamente, sobre esta piedra maciza, consiguiendo, únicamente el deterioro estético de la misma. El conjunto esta integrado por una fachada de dos niveles, la de abajo sostenida por seis columnas, y coronada por sendos obeliscos no finalizados. El interior es una sala cuadrada sin decoración actual alguna. En su entorno, bulle una animada sociedad de muchachuelos vendiendo piedras de Petra (tres un dinar) y collares labrados en huesos de camello; no faltan los beduinos con burritos o camellos, dispuestos a facilitar el traslado aquellos que al cabo de un par de kilómetros de andar sienten ya la presión de los zapatos o el cansancio de los músculos. A partir de este lugar el siq varía en dirección noroeste, pasando ante otra Sala Sagrada (al otro lado del Tesoro), donde debieron realizarse antaño funciones relativas a los enterramientos.  Debe su nombre a una leyenda ?tal vez influenciada por los datos de Egipto- relativa a la existencia de tesoros de algún rey o faraón, riqueza que estaría en la urna que se halla en el piso superior. El afán por el tesoro hizo que numerosa gente disparase, infructuosamente, sobre esta piedra maciza, consiguiendo, únicamente el deterioro estético de la misma. El conjunto esta integrado por una fachada de dos niveles, la de abajo sostenida por seis columnas, y coronada por sendos obeliscos no finalizados. El interior es una sala cuadrada sin decoración actual alguna. En su entorno, bulle una animada sociedad de muchachuelos vendiendo piedras de Petra (tres un dinar) y collares labrados en huesos de camello; no faltan los beduinos con burritos o camellos, dispuestos a facilitar el traslado aquellos que al cabo de un par de kilómetros de andar sienten ya la presión de los zapatos o el cansancio de los músculos. A partir de este lugar el siq varía en dirección noroeste, pasando ante otra Sala Sagrada (al otro lado del Tesoro), donde debieron realizarse antaño funciones relativas a los enterramientos.