Escaleras de algunos edificios del conjunto cultual medieval judío de Montpellier. La manzana de la Barralerie en Montpellier, cuyas fachadas se remodelaron por completo en el siglo XVIII, conserva en la parte trasera un conjunto cultual judío mencionado por los grandes historiadores locales. Previa a su clasificación en la categoría de monumentos históricos en 2004, se realizó una valoración arqueológica relativa a las potencialidades medievales conservadas principalmente en el hotel del notario Auteract, adquirido por el ayuntamiento. Si Montpellier se presenta en el siglo X como un núcleo primitivo único y fortificado, fue en el contexto de fuerte reordenamiento urbano de principios del siglo XIII cuando se asentó la comunidad judía. El barrio elegido resulta de la agrupación de dos manzanas primitivas separadas por un callejón pero siguiendo un gran eje que enlazaba al palacio señorial con los mercados de la ciudad. Se distinguen alineados sobre el callejón los edificios de la sinagoga, del mikveh y de la casa de la limosna. En la efervesciencia de principios del siglo XIII, el parcelario antiguo compuesto por pequeñas unidades experimentó numerosas transformaciones para edificar espacios más amplios bajo la forma de casas de estilo patricio. Es el caso para la sinagoga, que presenta una fachada de más de 10 m de largo. Esta situación acarreó ciertas restricciones y adaptaciones. La planta peculiar de la sinagoga evoca la existencia probable de dos casas anteriores, así como la disparidad de los edificios donde se ubican el mikveh y la sinagoga indica que se trata de dos casas previamente medianeras: esto se halla confirmado por la orientación del parcelario, el empalme de las dos fachadas, el desnivel de los pisos y tejados, y la ausencia de comunicación directa entre los dos solares. En cambio varios elementos comunes testifican la transformación en un conjunto comunitario: la alineación de las tres puertas de la sinagoga, la sala baja y el mikveh que dan al callejón; la excavación en el sótano para la piscina ritual del mikveh así como la sala baja en el sótano de la sinagoga con el suelo en el mismo nivel, la misma altura de arranque de la bóveda e idéntica técnica de abovedamiento para ambos espacios. La construcción donde se ubica el mikveh sólo se conserva hasta el primer piso. La parte superior se reedificó en el siglo XVI, pero en el sótano se encuentra una sala a la altura del callejón cuya función todavía desconocemos, una escalera estrecha que conduce al vestuario con nichos y banquetas así como a la piscina excavada a más de 6 m por debajo de la calle. El edificio sinagogal presenta por su parte un alzado medieval completo y homogéneo, que consta de una vasta sala baja en el sótano, dos plantas y desván. La sala baja comunica directamente con la sinagoga mediante una escalera y una abertura practicada en la bóveda (figura 3). Del callejón una puerta apuntada se abre al espacio cultual de un solo trecho que tal vez sostenía una tribuna como lo sugieren dos arcos esquineros conservados (figura 4). Esta estructura peculiar precisa de la integración de un sistema de distribución, de cubrimiento y de iluminación que convenga a una pieza que se alza de un solo trecho hasta el primer piso, o sea unos 8 m de altura, lo que se halla confirmado por la ausencia de agujeros para el entablado y la existencia de un vano pareado de grandes dimensiones al nivel del piso. El auge de la comunidad judía hasta su primer exilio en 1306 se traduce topográficamente en la ubicación de la sinagoga como manda la regla en la parte alta de la ciudad cerca de una fuente de agua, en este caso la capa freática, así como en la presencia de dependencias de índole religiosa con el mikveh, baño ritual de purificación, de índole caritativa con la casa de la limosna y de índole didáctica con la escuela. El estudio de este hotel que se realizará próximamente con detenimiento nos permitirá ahondar en el conocimiento del parcelario medieval, de la arquitectura doméstica de Montpellier y en especial del modo de asentamiento, la historia y las costumbres de la comunidad judía gracias a la conservación excepcional de este conjunto cultual del Medievo.