Puerto de Lahaina. Maui. Hawaii es el estado norteamericano que tiene mayor riesgo de sufrir un tsunami. Se registran por lo menos uno al año. Cada siete años, se registra uno de gradual importancia. En la madrugada del 1 de abril de 1946, un terremoto con una magnitud de 7.8 ocurrió en las islas Aleutian, en Alaska. Casi cinco horas después, a las 7 a.m.; el tsunami más grande y destructivo sin precedentes en las islas terminó con la vida de 159 personas. Muchos eran curiosos, incluso escolares, quienes se aventuraron en la zona coralina expuesta a las grandes olas, desconociendo que la marea baja y el retroceso del agua eran una señal del cercano tsunami. No fue posible alertar a los habitantes. Los daños de las propiedades fueron aproximadamente de 26 millones de dólares. En Molokai, las olas fueron de 16.5 m (54 pies) y en un valle de la gran isla llamado Pololu, 16.8 m (55 pies). El agua en algunas áreas penetró unos 800 m de tierra. Los tsunamis están asociados con los terremotos en el océano y las costas. Cuando ocurre un terremoto, la energía generada viaja en todas las direcciones desde su fuente. Detectar un tsunami es muy difícil. Los tsunamis, al ser generados por terremotos, viajan a velocidades variables. La más rápida puede alcanzar los 645 – 805 km/h, (400 – 500 mph). En el océano abierto, el tsunami alcanza una altura mínima, imposible de notar por los barcos que rodean el área. Una vez que llega a las aguas poco profundas, éstas retroceden y se forman las grandes olas. Los tsunamis azotan las costas en una serie de olas, la más poderosa de ellas no es la primera, ni la última. Las olas que conforman el tsunami se diferencian ampliamente de las que son generadas por los vientos que, sin duda, muchos de nosotros hemos observado en las playas. Los tsunamis en aguas profundas pueden tener una longitud de onda mayor a 482 km (300 millas) y una duración de una hora aproximadamente.