Desatamos los cabos de las cuerdas que nos sujetan al suelo firme y suavemente comenzamos a elevarnos. Un ligero cosquilleo te inunda el alma como si quisiera trasmitirte que estás viviendo una experiencia increíble y que ésta perdurará en tu interior toda la vida. El viento es suave y volamos con la misma majestuosidad que lo hacen las águilas reales no muy lejos de donde nos encontramos.  Desde el cielo todo parece diferente. Las formas y texturas de las montañas cercanas desdibujan formas imposibles de percibir desde tierra. Los caminos que serpentean las montañas son apenas diminutos senderos blanquinosos que rompen la armonía del color verde de la vegetación. La imagen que se tiene desde aquí arriba del Puigmal nevado es abrumadoramente hechizadora. Los nueve componentes de la expedición observamos en silencio todos los secretos que el paisaje nos emite.