Los monos narigudos saltan de árbol en árbol en las laderas del río Kinabatangan. Los monos narigudos sólo se pueden ver en su estado natural en Borneo. Para la mayoría de las personas, lo más impactante no es su nariz (que lo es), sino que debido al extraño pelaje y su larga cola, estos monos transmiten una sensación muy extraña, entre peluche y payaso, entre animal y persona. Sus movimientos, como en muchos otros monos, son muy “humanos”, pero es que además su inmensa tripa, su enorme nariz y el color que exhiben, hacen que sea inevitable no pensar en cierto tipo de turista. Los habitantes de Borneo debieron de tener una idea similar, ya que no dudaron en rebautizar a los monos narigudos cuando los primeros europeos se asomaron por su isla. El nombre oficial de estos monos es “bekantan”, pero muchos locales los llaman “orang belanda”, o “habitante de holanda”. El holandés de toda la vida, vamos… Vamos a pensar bien y asumir que llamaron “holandeses” a los monos porque eran los europeos que más a mano tenían (a pesar de que antes habían pasado por allí los ingleses) y no porque fueran los que más parecido tenían a los monos narigudos. En cualquier caso, ver un mono narigudo en Bako es una experiencia que bien vale un viaje. Y si a la visión del mono narigudo le unes las fantásticas excursiones, los increíbles paisajes, el ambiente que se respira en las cabañas del parque nacional y los otros animales que pueblan el parque, Bako se convierte rápidamente en uno de esos lugares en los que uno desea quedarse durante mucho más tiempo del que un viaje “normal” suele permitir. Por eso no es raro encontrar entre los que visitan el parque gente que lleva viajando 3 meses, 9 meses, 1 año, 5 años, …