Con sus playas de arena fina, el batir de las olas, los bancales de arroz de color verde esmeralda y una cultura extraordinariamente artística, la pequeña isla volcánica de Bali –la única sociedad hindú del sureste asiático– ha sido durante mucho tiempo el primer destino turístico de Indonesia. Aunque padece los problemas predecibles de la aglomeración y la comercialización, el encanto original de Bali aún sigue estando presente, con sus magníficos templos y sus espectaculares festivales realzados por el exuberante y hermoso paisaje del interior. El complejo turístico más famoso y bullicioso de Bali es Kuta, un área de ocho kilómetros de arena dorada llena de alojamientos, tiendas y vida nocturna. Cerca de allí, Sanur es mucho más tranquilo, aunque la mayoría de mochileros prefieren las playas de la costa oriental de Amed, Candi Dasa y Padang Bai, Lovina en la costa norte o la tranquila Nusa Lembongan, a la que se puede llegar con facilidad desde Sanur. El otro destino principal de la isla es el centro cultural de Ubud, donde hay representaciones de danzas tradicionales todas las noches de la semana y las calles están llenas de bares de bebidas naturales y galerías con talleres de artesanía. Además, hay numerosos y elegantes templos hindúes que visitar, sobre todo en Tanah Lot, Batukau y Besakih. También hay un buen número de excursiones a volcanes; la más popular es la ruta que sube hasta Gunung Batur, con el ascenso a Gunung Agung sólo para los que están muy en forma. El transporte hacia Bali y desde allí es muy eficaz: a la isla llegan muchísimos vuelos internacionales y nacionales, que aterrizan en el aeropuerto de Ngurah Rai, situado al sur de la playa de Kuta. Además, hay transbordadores durante todo el día que van a Java, a unos treinta minutos al oeste por mar desde Gilimanuk, y a Lombok, unas cuatro horas al este de Padang Bai. También hay varios transbordadores Pelni que atracan en el puerto de Benoa. Los precios en toda Bali aumentan durante las épocas de mayor afluencia de turistas, es decir, de mediados de junio a mediados de septiembre y en Navidad, momentos en los que las habitaciones pueden estar reservadas con días, e incluso semanas, de antelación.