CAN TUNIS BARCELONA DRUGS En las dependencias de la ONG Arrels van a ducharse una vez por semana. Esta italiana era menor de edad. “¿Cómo estas hoy José?”, le pregunta Eugenia a un chico, no en vano lleva acudiendo aquí desde el año 99 y a muchos los conoce por su nombre. “Mal, si estoy aquí es que estoy mal”. Otro chico se ha hecho una herida, es de casa bien, del Paseo de la Bonanova. Otras veces no son simples rasguños, sino mordeduras de ratas, que aquí son del tamaño de un conejo. Va pasando delante de mis ojos una Babel cosmopolita, desde el negro azabache de Gambia hasta el señor maduro de Manresa, desde quien llega en autobús, hasta quien lo hace a bordo de un lujoso Mercedes, desde el gitano de pelo ensoritjado hasta el marroquí que llama idefectiblemente hijo de puta al argelino, hasta que llega el argelino y llama hijo de puta al marroquí, llegan con el camión de reparto de la empresa y el mono de trabajo puesto, con los libros debajo del brazo recién salidos del colegio, o con la motocicleta que atan junto a la furgoneta para que no se la roben. Se pinchan y  vuelven a sus quehaceres particulares.