Estación de tren de Lhasa. Desde que se abriera la ruta ferroviaria entre Beijing y Lhasa, en el año 2006, muchos turistas eligen esta vía para llegar al Tibet. Este es un recorrido de 4.062 kilómetros entre Pekín y Lhasa, casi 48 horas atravesando algunas de las zonas más profundas de China. Aunque el proyecto fue ideado en 1956, hasta 2006 la línea no ha quedado abierta al tráfico. Más de 3.300 millones de Euros y 30.000 trabajadores han ayudado a construir la línea ferroviaria más alta y una de las más complejas también, pues 960 kilómetros se realizan a más de 4.000 metros de altura y 550 kilómetros transcurren sobre espesas capas de hielo, por lo que fue necesario construir pilares elevados por encima del terreno y dotar a la vía con un sistema térmico contra heladas. En las montañas Kunlun atravesaremos el tunel más largo del mundo construído sobre suelo helado y llegaremos al punto ferroviario más alto del planeta en la estación de Tanggula. Sin embargo, el tren es objeto de disputas entre el régimen chino y los tibetanos partidarios de Dalai Lama, pues mientras los primeros lo defienden como un símbolo de desarrollo para la economía local, los segundos argumentan que la línea de ferrocarril fomentará la llegada masiva de la etnia Han, lo que podría ocasionar la extinción de la cultura tibetana.   

 

Una de las multiples haciendas construidas a modo de castillo en el trayecto en bicicleta de Fontevraud a Saumur. Veinte kilómetros más de bicicleta desde Fontevraud y llegamos a las puertas de Saumur, una pequeña ciudad a las puertas del Loira. De esta ciudad destacan sobretodo la calidad de sus vinos, sus caballos y sus champiñones, aunque el castillo medieval que puede observarse desde cualquier punto de la ciudad también merece muchos elogios.