Palacio del Potala. Lhasa. La Unesco incluyó el Palacio Potala en el Patrimonio Mundial en 1994 y, más tarde, como suplemento, el Templo de Jokhang y el Palacio de Norbu Lingka. En la reconstrucción y ampliación del palacio efectuada en el siglo 17 participaron destacados pintores provenientes de distintas regiones del Tíbet. Estos brillantes artistas decoraron con miles de elegantes y bellas pinturas las paredes de salas, vestíbulos, corredores y galerías. La temática de estos murales es muy rica, puesto que abarca relatos sobre figuras de la antigüedad, historias extraídas de los sutras, así como muestras de la arquitectura, las costumbres populares, los deportes y otras actividades recreativas. Estas obras constituyen un verdadero tesoro artístico. En el Palacio Potala se conservan asimismo cerca de 10.000 objetos de gran valor. Además de innumerables rollos de pintura, esculturas en piedra y en madera, figuras de arcilla y otros objetos artísticos, abundan las reliquias culturales, entre ellas sutras escritos sobre hojas de pattra, alfombras tibetanas, pendones con sutras, piezas de porcelana y de jade, así como diversas muestras de la artesanía tradicional. Todos ello no solo posee gran valor artístico, sino que es una plasmación de los lazos que unieron a los tibetanos con los han y otras etnias del país durante más de mil años, así como de los intercambios que mantuvieron con ellos.