Peregrinos junto al templo Jokhang haciendo la kora. El templo de Jokhang tiene más de 1.300 años de antigüedad y su visita fue quizás la más auténtica de las que realizamos en China, al estar en el interior de un templo vivo, lleno de fieles a los que ves rezando, encendiendo velas o vertiendo mantequilla de yak a las mismas para que no se apaguen. A pesar de contener una gran imagen de Buda, realizada en oro macizo, la sensación que nos causó este templo no fue precisamente la de ostentoso, sino más bien la contraria: todo muy simple.