Una mujer porteando a su hijo en las calles de Lhasa. La historia de Lhasa es la historia del Tibet. Ya que se convirtió en capital del país cuando fue unificado por vez primera bajo Sontsen Gampo, perdiendo su importancia con el desmembramiento del Tibet en el siglo IX. No volverá a ser capital hasta el año 1642 cuando el Quinto Dalai Lama ascienda al poder. Bajo la batuta de este gobernante es cuando se construye la Lhasa que se visita actualmente, ya que fue durante sus años de gobierno cuando se levantaron los edificios más representativos de la ciudad, como el Palacio de Potala y otros monasterios. Desde entonces su importancia no dejará de crecer. Durante los siglos XVII y XVIII no sólo fue el centro político y religioso del Tibet, sino también el centro económico al que se dirigían las caravanas de comerciantes y el lugar donde los nobles mandaban a sus hijos a residir, con la esperanza de alcanzar los favores del Gobierno o de alguno de los grandes monasterios. El único centro de población medianamente importante en todo el país, ha sufrido en los últimos años la emigración de los chinos, con cargos importantes en la administración y la milicia, creándose de hecho, dos ciudades. La ciudad tradicional, tibetana; y la moderna, más china.