Jacky Tattoo (Salon de Tatouage à St.Leu). El pasado pirata de la isla de Reunión está presente en cada esquina.  No es la única historia curiosa que se cuenta. Todo el mundo habla, por ejemplo, del pirata La Buse, quien después de rendir su barco en las costas de la isla, decidió enterrar su enorme tesoro en su interior para que nadie pudiera recuperarlo. Todavía hay quien lo busca. O del bandido Sitarane en cuya tumba, en el cementerio de Saint-Pierre, se celebran cultos nocturnos. Piratas, bandidos y esclavos, reales o ficticios salen al paso en el recorrido por Reunión. Como salen al encuentro una mezcla variopinta de razas, tradiciones, músicas, comidas y religiones. Entre estas últimas abundan las católicas, no hay más que echar un vistazo al glosario de santos y santas que dan nombre a los pueblos. Hay multitud de iglesias, como la de Piton Sainte-Rose, en el sur, rodeada de lava, que recuerda con sus exvotos y ofrendas florales cómo se salvó de la última erupción. También católica, la iglesia barroca de la pequeña población de Sainte-Anne que tiene el honor de haber sido elegida por Truffaut para rodar la escena de la boda de Catherine Deneuve con Jean-Paul Belmondo en "La sirena del Mississippi", que puso a Reunión en el mapa cinematográfico. Más cerca de la capital están los coloridos templos tamiles de Saint-André, o los hindúes de Beaufonds o Saint-Denis, en los que Shiva, Parasurama o Parvati adquieren un aire más criollo y se trasforman en Pandialé, Maryamèn o Karli.  Y junto a tantas religiones, el culto a los muertos más autóctono, el que practican los malgaches con sus ceremonias de sacrificio de pollos o bueyes en la noche de luna llena, siempre con la mirada hacia la vecina Madagascar, con un vaso de ron añejo con vainilla en la mano y al ritmo frenético, que en algunos casos permite entrar en trance, de la "maloya". Todo muy irreal, todo asombroso, casi mágico. Así es Reunión. Lanzarse en tandem-parapente desde lo alto de Saint Leu y contemplar mientras el viento coquetea con la tela, las plantaciones de caña, los riachuelos y la laguna de coral. Visitar la Casa de la Vainilla, en Saint-André, un museo que explica el proceso de polinización ancestral de la planta y la riqueza que aportó a la isla.  Hacer un recorrido en helicóptero por la zona central de Reunión, casi el único medio de apreciar su increíble belleza en la que alternan desiertos volcánicos y selvas exuberantes. Visitar la Gruta de los Primeros Franceses, cerca de Saint Paul, la ciudad más antigua de la isla, lugar de refugio de piratas, y al vecino cementerio, donde hay numerosas tumbas del siglo XVIII tanto de hacendados como de piratas. Recorrer el Jardín de las Especias, uno de los mayores jardines botánicos que siembran la isla, con cuatro hectáreas de árboles y plantas, que recrean el antiguo campo de pruebas que fue Reunión. Regatear en el mercado de Forain, en Saint-Paul, en el oeste de Reunión, los fines de semana. En sus puestos, colocados al borde del mar, se admiran tanto puestos de frutas y legumbres como de perfumes, artesanía, bordados y especias.  Admirar el circo de Salazie con sus numerosas cascadas que aparecen y desaparecen entre la vegetación, y en lo alto Hell-Bourg, que forma parte del distinguido club "Los pueblos más bellos de Francia". Apreciar la elaboración de un perfume personalizado como los que elabora "Memoria de los sentidos" a medida, en la localidad de L'Entre-Deux. Disfrutar con los dos ritmos pegadizos de la isla, el ancestral "maloya" que entonaban los esclavos, y el machacón "séga" que mezcla la música criolla y la europea.