Puente de Carlos. Entre las 30 estatuas del Puente de Carlos destaca principalmente la de San Juan Nepomuceno, donde no debe olvidar tocar el relieve de bronce a sus pies. Así se asegura que se lleva consigo un poco de la suerte praguense. Esta estatua no se encuentra aquí de casualidad, sino que fue precisamente en el Puente de Carlos desde donde fue arrojado al río Moldava el cuerpo de este santo. La leyenda cuenta que San Juan Nepomuceno no quiso revelar al rey los secretos de confesión de la reina y por eso fue torturado hasta la muerte. En la otra punta concluyen el puente las dos torres góticas de Malá Strana que forman parte de los millones de fotografías que se llevan anualmente los visitantes de Praga. ¿Cómo disfrutar de la mejor forma de uno de los puentes medievales más bellos del mundo? Madrugue y vaya al Puente de Carlos al amanecer, cuando será todo suyo. Junto con los primeros músicos, pintores o vendedores de bonitos recuerdos, conocerá el auténtico ambiente de esta joya gótica que une las orillas del río Moldava desde hace ya más de 650 años.