Hawi es el pueblo más norteño. Sus casas de madera pintadas en colores atrevidos te transforman a una atmósfera de los años setenta, cuando el pueblo era un lugar prospero dedicado en pleno a la caña de azúcar. Big Island. Una masiva muralla de piedra, construida alrededor de 1550 y todavía en pie, separa los terrenos reales del Pu’uhonua. No era, sin embargo, la muralla de piedra la que otorgaba santidad al área, eran las osamentas de 23 jefes hawaianos que alguna vez descansaron allí. En las proximidades, dos estatuas Kií talladas en madera hacen guardia sobre el mausoleo que contiene los huesos. No son las únicas, otras más cercanas al agua advierten que el atracadero de canoas en la playa era para el uso exclusivo del jefe y sus asistentes. Junto a los jardines reales, una poza llamada Heleipalala, con agua de manantial y agua salada, contenía los peces para la alimentación de los ali’i. En la zona también hay alguna cabaña Halau donde colgaban las hojas de ti que eran usadas para guiar los peces a las aguas poco profundas, un método de pesca llamado hukilau.