En el mercado de Lalibela se puede conseguir cualquier cosa, animales, ropa, comida, etc. En un lugar aparte, un mercado al aire libre, caótico, grande y lleno de bullicio, concentra la actividad de la gente. Ganado, telas, cazuelas, adornos, sastres, hortalizas, frutas, recipientes de plástico... se mezclan entre el ir y venir de los que compran, charlan o miran. La ciudad gira en buena parte alrededor de la actividad religiosa y vive también de los forasteros atraídos por ella. Numerosas tiendecillas de recuerdos y de productos artesanos tientan a los visitantes con una oferta parecida en todas ellas: cruces, imitaciones de libros antiguos, copias de iconos, collares y pulseras, pequeñas tallas en madera... . La decoración colorida de estas y de otras tiendas, a menudo con ingenuas pinturas, dan un toque animado a la calle.