Safari acuático efectuado en canoas llamadas mokoro partiendo desde el campamento Eagle Island Camp de Orient Express, en las afueras de la Reserva de Animales de Moremi, en Botswana. Las aguas del Okavango son tragadas por la aridez del desierto del Kalahari. Pero antes de desaparecer se ramifican e inundan una enorme extensión de territorio formando un delta que es uno de los mayores paraísos de vida salvaje.  El sol se pone contemplado desde los mokoros, las embaraciones tradicionales de la zona, mientras los seres vivos cierran el ciclo vital de cada día... EL OKAVANGO DELTA EN MOKORO. El domingo era el día del señor, del señor Okavango Delta. Es la desembocadura de un rio en tierra más grande del mundo. A las 8am ya estábamos listos para partir hacia esa inmensa zona de humedales e islas, con cantidad de vida animal y con 4 (elefante, búfalo, león y leopardo) de los Big 5, falta el rinoceronte. El día antes de partir, se unieron a nosotros 3 integrantes más a la expedición que viajaron juntos durante el mes anterior. Marcelo, un brasileño que hablaba español. Hugo, un español trotamundos y su novia, de New York.  La ramificación del delta que pasa por delante de Old Bridge Backpackers se llama Thamalakane. De la orilla del mismo hostel nos montamos en una lancha en dirección a la estación de botes, llamada Boro Boat Station NG32 y situado en el poblado que lleva ese mismo nombre. El viaje duró casi 1hora por canales laberinticos de poca profundidad. De camino y apenas 1km de la salida, parada para ver un cocodrilo en la orilla de metro y medio, un águila pescadora…Una vez allí, descargamos todos los trastos, nos presentamos a nuestros conductores-guías y cargamos de nuevo el material en nuestro nuevo medio de transporte, el mokoro. Se le llama así a la canoa utilizada por la gente local. En aquella zona se creó una comunidad hace años dedicada a un turismo muy acorde y respetuoso con la naturaleza. Actualmente las canoas utilizadas son hechas de fibra de vidrio con dos asientos tipo “gradas de estadio deportivo” para los 2 pasajeros, más el conductor colocado de pie en la parte de atrás que maneja el tema al estilo veneciano con un largo palo de madera. Aquello era como viajar en una rural góndola por la marjal Pego-Oliva pero de unos 16.000km2 de superficie, con más de 150.000 islas y con una vida animal importante. Después de 1 hora y 30 min corriente arriba por los extremos de los canales en un primer tramo y por canales abiertos entre la vegetación en la segunda mitad, llegamos a nuestro campamento base, una isla llamada Madikudu. En el botecillo aquel llevábamos la comida, tiendas y demás equipaje para los 3 de a bordo, por lo que el agua quedaba a poco más de 5cm para entrar dentro. Aquello unido a los constantes bandazos que parecían volcar la canoa, me tuvo en tensión durante todo el trayecto, donde lo único que me hubiera importado mojar es la cámara. Puesto que contratamos el viaje más económico, la comida y equipo de camping corría a cargo de cada uno. Fui con Diana y Chris a comprar el día de antes y al proponerme una compra en conjunto, no pude decir que no aunque ya me estaba arrepintiendo antes de haberlo dicho….porque con la comida no se juega. Después de montar las tiendas tocaba el lunch, y mi menú de estreno fue pan de molde con crema de cacahuetes. Por si nos quedábamos con hambre había manzanas. Aquella gente tiene otras prioridades en la vida y desde luego para desgracia mía la comida no era una de ellas. A las 16h marchamos hacia mi primer safari a pie, una experiencia única, auténtica y en silencio.