La leyenda une este lugar a dos figuras de la religión local. Por un lado, a Mpu Kuturan, a quien se atribuye haber construido el templo en el siglo XI y, por otro, al sacerdote reformista Dang Hyang Nirartha, encargado de reconstruirlo unos 500 años después. Hasta el siglo XX, no se abrieron las puertas del templo a los ciudadanos; hasta entonces, sólo los príncipes de Denpasar tenían ese privilegio. Sin salir de este espacio sagrado se puede disfrutar de una danza típica balinesa, Kechak (la danza de los monos), con el ruido de las olas rompiendo en las rocas como sonido de fondo.