Entré en la fábrica buscando un lugar donde hacer fotos para un trabajo de la escuela. Nos pidieron que ilustrásemos un poema de Gil de Biedma. 'Albada' se llama. Pensé que allí dentro en- contraría el contraluz que me interesa- ba. Fue entonces cuando conocí a Fer- mín." Fermín es alcohólico y está enfer- mo. Hasta hace unas semanas compar- tía las ruinas de Ca l'Aranyó con el gru- po de diez personas que viven de forma estable en este abandonado edificio in- dustrial de Poblenou, propiedad de municipio. Fue el anfitrión de Sergi Re- boredo, un joven de Sant Adrià, estu- diante del Institut d'Estudis Fotogrà- fics de Catalunya. Le guió por sus míse- ras estancias y le ayudó a conocer al res- to de sus habitantes. Han transcurri- do seis meses desde entonces y durante todo este tiempo Sergi ha pasado sus ratos libres con ellos, retratando sus vi- das. El fruto de su trabajo son las fotos que ilustran estas páginas."Les costó aceptar que yo llevara una cámara. No quieren que se sepa cómo viven." María y José –los nombres son supuestos– eran especialmente reacios. La historia de este matrimonio que vive en Ca l'Aranyó es, tal vez por su proximidad, la más aterradora. José trabajaba hasta el año pasado en una obra. Cayó del andamio y se rompió una costilla que le perforó la pleura. Se quedó sin empleo. En el hospital descubrió que la constructora no había cotizado por él ni un solo día. Aguantaron en su piso hasta que pudieron. Llegaron a Ca l'Aranyó hace cinco meses. Primero vivieron entre las cañas que han crecido en uno de los extremos de la finca. Luego se instalaron en una de las naves, debajo del viejo depósito de agua de la fábri- ca. Ahí viven, con la esperanza de encontrar pronto un piso de alquiler.

 

Sombras en la ciudad del cine


Un fotógrafo retrata durante seis meses la vida de los "sin techo" en Ca l'Aranyó, una vieja fábrica llamada a ser una pieza significativa del nuevo distrito tecnológico de Poblenou

Entré en la fábrica buscando un lugar donde hacer fotos para un trabajo de la escuela. Nos pidieron que ilustrásemos un poema de Gil de Biedma. 'Al- bada' se llama. Pensé que allí dentro en- contraría el contraluz que me interesa- ba. Fue entonces cuando conocí a Fer- mín." Fermín es alcohólico y está enfer- mo. Hasta hace unas semanas compar- tía las ruinas de Ca l'Aranyó con el gru- po de diez personas que viven de forma estable en este abandonado edificio in- dustrial de Poblenou, propiedad de municipio. Fue el anfitrión de Sergi Re- boredo, un joven de Sant Adrià, estu- diante del Institut d'Estudis Fotogrà- fics de Catalunya. Le guió por sus míse- ras estancias y le ayudó a conocer al res- to de sus habitantes. Han transcurri- do seis meses desde entonces y durante todo este tiempo Sergi ha pasado sus ratos libres con ellos, retratando sus vi- das. El fruto de su trabajo son las fotos que ilustran estas páginas.

"No hay luz en toda la fábrica –relata–. Cuando llega la noche el único modo de verse aquí son las llamas de las hogueras. Lo curio- so es que en la fábrica todavía hay un potente transformador de Enher que da luz al barrio. Funciona y de vez en cuando vienen a revisar- lo." Said recuerda que hace algunos meses vol- vió la luz a Ca l'Aranyó. Por dos días, mien- tras rodaban una película en este excelente plató de la ruina urbana. Luego volvieron a apagarse. Definitivamente. En el ánimo del joven Sergi está seguir visi- tando a los moradores de Ca l'Aranyó. Le pre- ocupa que cuando se publiquen sus fotos ha- gan una limpieza a fondo de la fábrica. Sin contemplaciones. "Quiero estar allí."

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Un fotógrafo retrata durante seis meses la vida de los "sin techo" en Ca l'Aranyó, una vieja fábrica llamada a ser una pieza significativa del nuevo distrito tecnológico de Poblenou

Entré en la fábrica buscando un lugar donde hacer fotos para un trabajo de la escuela. Nos pidieron que ilustrásemos un poema de Gil de Biedma. 'Albada' se llama. Pensé que allí dentro en- contraría el contraluz que me interesa- ba. Fue entonces cuando conocí a Fer- mín." Fermín es alcohólico y está enfer- mo. Hasta hace unas semanas compar- tía las ruinas de Ca l'Aranyó con el gru- po de diez personas que viven de forma estable en este abandonado edificio in- dustrial de Poblenou, propiedad de municipio. Fue el anfitrión de Sergi Re- boredo, un joven de Sant Adrià, estu- diante del Institut d'Estudis Fotogrà- fics de Catalunya. Le guió por sus míse- ras estancias y le ayudó a conocer al res- to de sus habitantes. Han transcurri- do seis meses desde entonces y durante todo este tiempo Sergi ha pasado sus ratos libres con ellos, retratando sus vi- das. El fruto de su trabajo son las fotos que ilustran estas páginas.
"Les costó aceptar que yo llevara una cámara. No quieren que se sepa cómo viven." María y José –los nombres son supuestos– eran especialmente reacios.
La historia de este matrimonio que vive en Ca l'Aranyó es, tal vez por su proximidad, la más aterradora. José trabajaba hasta el año pasado en una obra. Cayó del andamio y se rompió una costilla que le perforó la pleura. Se quedó sin empleo. En el hospital descubrió que la constructora no había cotizado por él ni un solo día. Aguantaron en su piso hasta que pudieron. Llegaron a Ca l'Aranyó hace cinco meses. Primero vivieron entre las cañas que han crecido en uno de los extremos de la finca. Luego se instalaron en una de las naves, debajo del viejo depósito de agua de la fábri- ca. Ahí viven, con la esperanza de encontrar pronto un piso de alquiler.
José, desde enero, vuelve a trabajar aunque no ha explicado a sus compañeros su situa- ción. Poblenou está lleno de edificios en cons- trucción. Ca l'Aranyó –la vieja fábrica de la- drillo, fácilmente reconocible desde el nudo de las Glòries– también está en la lista de los sensacionales proyectos urbanísticos del mu- nicipio para esa zona que quieren convertir en el rico distrito tecnológico de la ciudad. A
apenas unos metros de allí se ha empezado a construir el rascacielos de la Corporación Agbar. Un edificio de 142 metros de altura, y en frente el propio Ayuntamiento promueve otra gran torre. El equipo municipal quiere que Ca l'Aranyó acoja empresas relacionadas con el cine y el mundo audiovisual. La idea tiene visos de prosperar.
Pero, por ahora, atestiguan sus habitantes, nadie del Ayuntamiento ha pasado por allí. "De vez en cuando les visita la policía –explica Sergi–; cuando roban alguna cartera en el mercado de las Glòries se pasan por allí y preguntan a Said y los otros hombres del gru- po que venden en el mercadillo si han visto a alguien. A veces charlan un rato. La verdad es que aquí no reciben mal a nadie, ni tan siquie- ra a la policía. Esa fue una de las cosas que más me atrajo de este lugar. En general son gente muy abierta. Diferente."
Cuando Sergi ya llevaba un tiempo visitán- dolos, logró sentarse en su mesa. El día de Na- vidad fue el invitado de María y José, Fermín y Sevilla. Godoy –un hombre silencioso que pasa las horas leyendo en su jergón todo lo
que atrapa– también se quedó al margen aquel día de fiesta.
"Fermín, que ahora está en un hospital de beneficencia, es otro tipo de persona. Hasta que lo ingresaron lo único que le interesaba era beber. Alguna vez hemos bebido vino jun- tos. Él no quiere saber nada de una vida nor-
José y María llegaron a Ca l' Aranyó hace cinco meses depués de que, tras un accidente, él se quedara sin empleo ni subsidio. La empresa para la que trabajaba no pagaba el seguro
mal. Quiere vivir en libertad y para él la liber- tad es esta vida. Pero eso no le hace feliz. Una vez traté de convencerle para que cambiara la cama de sitio porque el techo que tenía enci- ma estaba a punto de caerse. Me dijo que no le importaba si eso ocurría."
En los lugares más precarios de la fábrica viven los inmigrados. Said es tal vez el que está instalado en mejores condiciones, en la caseta que probablemente ocupaba el guardia de Ca l'Aranyó hace años. Pero el resto –un árabe llamado Musla que entró ilegalmente en España en un camión y otros a los que Ser- gi todavía no conoce– viven en exiguas habita- ciones llenas de mugre.
"No hay luz en toda la fábrica –relata–. Cuando llega la noche el único modo de verse aquí son las llamas de las hogueras. Lo curio- so es que en la fábrica todavía hay un potente transformador de Enher que da luz al barrio. Funciona y de vez en cuando vienen a revisar- lo." Said recuerda que hace algunos meses vol- vió la luz a Ca l'Aranyó. Por dos días, mien- tras rodaban una película en este excelente plató de la ruina urbana. Luego volvieron a apagarse. Definitivamente.
En el ánimo del joven Sergi está seguir visi- tando a los moradores de Ca l'Aranyó. Le pre- ocupa que cuando se publiquen sus fotos ha- gan una limpieza a fondo de la fábrica. Sin contemplaciones. "Quiero estar allí."

Bajo el asfalto de Nueva York
Es la otra cara de la gran ciudad, Un relato no muy habitual en la prensa, que siempre corre el riesgo de caer en la lágrima fácil o traspasar la sutil frontera que en ocasiones separa la denuncia de la demagogia.
El fotógrafo Sergi Reboredo (29 años), ha dedicado seis meses de trabajo a construir un relato gráfico de gran intensidad. Tal vez el antecedente más próximo sea los "Cincuanta-quatre relats d'immigració" de Jaume Botey, un libro excepcional publicado en 1986 por el Centre d'Estudis de l'Hospitalet.
Fuera de España, este género, encuadrable en la nueva tendencia del periodismo cívico, goza de mayo predicamento. El año pasado la editorial Galaxia Gutemberg publicó la traducción de "The mole people" –aquí titulado "Bajo el asfalto"–, un excelente reportaje de la periodista Jennifer Toth sobre la vida de los hombres y mujeres que viven en el interior de los túneles de Nueva York

 

Ca l'Aranyó será Hollywood

Puigdollers también censuró la forma en que se actúa urbanísticamente en el plan de reforma interior (Peri) que –dentro del dis- trito tecnológico 22@– incluye Ca l'Aranyó. "El gobierno municipal lleva a cabo una gran operación urbanística que tiene más de económica que de ciudadana", sostiene Puigdollers. Por esta razón su grupo presen- tará diversas alegaciones antes del 11 de ma- yo, día en el que expira el plazo de exposi- ción pública del plan. El futuro de la antigua fábrica se empezó a perfilar tras la aprobación del Peri Diago- nal-Poblenou, que convertía al Ayuntamien- to en propietario de Ca l'Aranyó. En un prin- cipio se pensó destinar este espacio para al- bergar un museo de la moto, pero la iniciati- va no llegó a cuajar. Fue entonces cuando la empresa MediaPro se ofreció para transfor- mar la vieja fábrica en un gran centro de pro- ducción audiovisual capaz de agrupar a las empresas del ramo que

 

Carmen Torégano, que visitó la fábrica. Poco antes de su llegada, cinco asistentes sociales del servicio de inserción ya caminaban por entre los escombros y la basu- ra preguntando por la situación personal de cada uno de los inquilinos. "Ninguno de ellos tiene una relación estable con los servicios sociales aunque algunos han tenido contactos esporádi- cos", confirmó Torégano, que a su vez aseguró que los habitantes "no sufrirán ninguna expul- sión ni una acción contundente". Es evidente ción y no los quiero detrás todo el día cuando eso suceda". Un portavoz municipal informó ayer que alguno de los ocupantes de Ca l'Aranyó ha pasado por programas de inserción, de trata- miento del alcoholismo, pero que ha acabado abandonándolos.

 

El plan para convertir la fábrica en ciudad del cine ya está en información pública

SILVIA ANGULO BARCELONA
La ciudad del cine de Ca l'Aranyó ya tiene cara y ojos, y no son precisa- mente los de las 10 personas que vi- ven en este espacio abandonado desde hace más de seis meses, tal y
como publicaba ayer este diario. El proyec- to de crear un campus audiovisual en la vie- ja fábrica textil, de titularidad municipal, se encuentra en exposición pública desde el pa- sado mes de marzo y parece que no satisface ni a los promotores de la iniciativa ni a los grupos de la oposición.
El jefe del grupo municipal de Convergèn- cia i Unió, Joan Puigdollers, lamentó la si- tuación en la que se encuentran las personas que habitan en las ruinas de este edificio in- dustrial y afirmó ayer que el verdadero pro- blema es que el Ayuntamiento "no sabe lo que pasa en la ciudad". Y lo que es peor, "si lo sabe, no actúa hasta que los medios de co- municación lo denuncian".
Puigdollers también censuró la forma en que se actúa urbanísticamente en el plan de reforma interior (Peri) que –dentro del dis- trito tecnológico 22@– incluye Ca l'Aranyó. "El gobierno municipal lleva a cabo una
gran operación urbanística que tiene más de económica que de ciudadana", sostiene Puigdollers. Por esta razón su grupo presen- tará diversas alegaciones antes del 11 de ma- yo, día en el que expira el plazo de exposi- ción pública del plan.
El futuro de la antigua fábrica se empezó a perfilar tras la aprobación del Peri Diago- nal-Poblenou, que convertía al Ayuntamien- to en propietario de Ca l'Aranyó. En un prin- cipio se pensó destinar este espacio para al- bergar un museo de la moto, pero la iniciati- va no llegó a cuajar. Fue entonces cuando la empresa MediaPro se ofreció para transfor- mar la vieja fábrica en un gran centro de pro- ducción audiovisual capaz de agrupar a las empresas del ramo que operan en Barcelo- na, y a modo e imitación de la "ciudad del cine" que existe en Madrid.
Jaume Roures, presidente de la producto- ra MediaPro, dijo ayer a este diario que el Ayuntamiento los está desplazando del pro- yecto, y que desde hace cuatro meses no han mantenido ningún contacto con la comisión encargada de supervisar el campus audiovi- sual. Roures todavía desconocía ayer la reac- tivación de esta iniciativa por parte del Con- sistorio y lamentó que "la idea se haya atra-
sado durante dos años sin saber por qué". Las críticas de la oposición al proyecto ur- banístico que incluye la "ciudad del cine" son de calado. Puigdollers dice que levantar bloques de entre 7 y 17 pisos más planta en una zona tan cara como la Diagonal, y hacer- lo construyéndolos en perpendicular a la ca- lle, en vez de hacerlo en paralelo (véase gráfi- co), supone "una argucia especulativa" y de- ja encajonada la antigua fábrica. Debido a
su altura excesiva, los inmuebles romperán el perfil de la Diagonal, que, desde Glòries hasta el mar pierde la morfología que tiene en el resto de la ciudad. Puigdollers lamenta igualmente que el gobierno municipal abuse reiteradamente del artículo 66.5 de la Carta Municipal para redistribuir las zonas verdes como más convengan a los promotores. Así, el pequeño espacio verde entre Diagonal y Llacuna, que según el Plan Gene- ral Metropolitano es zona verde, se recalifica para poder construir viviendas. El Ayuntamiento ac- túa, así, con criterios comercia- les: construye en la zona más va- lorada, primera línea de Diago- nal, y traslada los espacios ver- des al interior de la manzana. "El Ayuntamiento actúa con la misma avidez de negocio que los privados", se queja Puigdollers. Y añade: "Luego, para compen- sar, considera como zona verde el campo de fútbol existente –que es un equipamiento– y las isletas de la Diagonal, que están asfaltadas".
El promotor de la iniciativa empresarial que quiere hacer de la zona de Ca l'Aranyò una ciu-
Para hacer viable el proyecto de ciudad del audiovisual se necesitan 78.000m2 deespacio y 16.000 millones
dad del audiovisual, Jaume Rou- res, explica que para hacer viable el proyecto se necesitan 78.000 m2 de superficie construible y una inversión de 16.000 millo- nes de pesetas. En el proyecto participan, además de Media- Pro, otras empresas del sector, como En Efecto, El Sindicato, Elías Querejeta Producciones y Bassat Ogilvy . El proyecto inclu- ye la creación de un museo del audiovisual que cuenta con el apoyo de Televisió de Catalunya y del Centre de Cultura Contem- porània de Barcelona (CCCB). También se quiere promover un centro de formación vinculado al mundo empresarial, que cuen- ta con el respaldo de la UPF.
A todo ello cabe añadir la cons- trucción de oficinas –la inmobi- liaria Layetana mostró su inte- rés– y otros espacios complemen- tarios necesarios para la produc- ción audiovisual, como un tea- tro, un parking y un auditorio.c
La comitiva del día después Asistentes sociales y técnicos municipales se quedan de piedra al entrar en Ca l'Aranyó
SERGI REBOREDO
LA VISITA. Urbanos, asistentes sociales y técnicos acudieron ayer a Ca l'Aranyó para hablar con sus ocupantes
que el futuro de la fábrica no pa- sa por seguir acogiendo a perso- nas cuyos ingresos no alcanzan a pagar un alquiler, comer y vestir- se, aunque trabajen para lograr- lo. Una situación similar a los ba- rraquistas que aún ocupan una de las laderas de Montjuïc.
La responsable del distrito apuntó que "tres educadores con- tinuarán en contacto para ir tra- bajando". No será muy fácil. Ayer, ninguno de los consulta-
En el distrito de Sant Martí admitieron ayer que desconocían la verdadera situación de la decena de ocupantes de la fábrica
dos quiso ir a un albergue, lo que les obligaría a cambiar sus cos- tumbres y, sobre todo, a dejar sin vigilancia su género –ropa que venden en Glòries, por ejemplo– o sus pocas pertenencias. Algu- nos, simplemente, no quieren la ayuda de los asistentes sociales: "Voy a salir pronto de esta situa-
FELIP VIVANCO
Barcelona
Esto es como un circo, justo lo que nos faltaba ahora." Es lo que musitó María, una de los diez inquilinos de la fábrica que ayer dejó de ser uno de los lugares más desconocidos de la ciudad para con-
vertirse en un centro de visitas continuas. En po- cas horas, asistentes sociales, agentes de la Guar- dia Urbana, responsables del área de Servicios Personales del Ayuntamiento, técnicos y opera- rios de Enher desfilaron formando una larga co- mitiva que traía una larga hilera de preguntas que dejó boquiabiertos a María, el Sevilla, Said y al resto de los moradores que a mediodía corrían por la fábrica despellejada y llena de escombros.
Su sorpresa era grande ante tanto ajetreo, pero no menor que la de varios funcionarios que ayer
descubrieron por primera vez las duras condicio- nes en las que viven todos los ocupantes de la futura sede de la ciudad del audiovisual.
Hasta el punto que en el mismísimo distrito de Sant Martí desconocían por completo cuál era la situación que ayer destapó este diario y que exis- tía a un tiro de piedra de su sede. "No la conocía- mos, no", admitió ayer la responsable de Servi- cios Personales del distrito, Carmen Torégano, que visitó la fábrica. Poco antes de su llegada, cinco asistentes sociales del servicio de inserción ya caminaban por entre los escombros y la basu- ra preguntando por la situación personal de cada uno de los inquilinos. "Ninguno de ellos tiene una relación estable con los servicios sociales aunque algunos han tenido contactos esporádi- cos", confirmó Torégano, que a su vez aseguró que los habitantes "no sufrirán ninguna expul- sión ni una acción contundente". Es evidente
ción y no los quiero detrás todo el día cuando eso suceda". Un portavoz municipal informó ayer que alguno de los ocupantes de Ca l'Aranyó ha pasado por programas de inserción, de trata- miento del alcoholismo, pero que ha acabado abandonándolos.
A la visita de los servicios sociales y de la Guar- dia Urbana se le añadió la de los técnicos de la compañía eléctrica Enher que llegaron al recinto a comprobar que en un cuartillo de la fábrica aún existe un generador de más de 25.000 voltios a pocos metros de donde duerme el grupo y con las puertas de par en par, con el peligro que eso supo- ne. Ayer decidían si lo desconectaban o no.
El alud de visitas abrió los ojos de Said y com- pañía, que creían que estarían allí todo el tiempo que quisiesen, ignorando cuál es el destino de la vieja fábrica. Ahora no ocultan su temor a que su vida dé un giro todavía más duro.

 

"Barcelona idea rascacielos mientras se llena de pobres"

"Barcelona idea rascacielos mientras se llena de pobres" Narváez no las haya contestado", opina Sergi. Un responsable munici- pal ya admitió la semana pasada que desconocía la dura realidad que se vive en la antigua fábrica. El jo- ven fotógrafo cree que Ca l'Aranyó es el símbolo de una doble Barcelo- na, "la que proyecta rascacielos y la que, a la vez, se llena de indigentes que deberían recibir más atencio- nes. Eso es básico". Reboredo certi- ficó que desde el día que vinieron urbanos, técnicos, funcionarios, et- cétera a la fábrica, en "Ca l'Aranyó la situación está como el primer día". "Si la mayoría de ellos –apos- tilla– rechaza los albergues y las ayu- das sociales que les ofrecen, será porque no se ajustan a sus necesida- des reales."c BARCELONA. – Ha convivido seis meses con los indigentes que malviven en Ca l'Aranyó y ha foto- grafiado su dura realidad entre los escombros de la futura sede de la Ciutat del Cinema. Sergi Reboredo (Sant Adrià, 1972) dejó la cámara unas horas y acudió ayer al pleno municipal a oír el debate originado por la publicación en "La Vanguar- dia" de sus estremecedoras fotos. Sergi escuchó con mucha atención el diálogo entre Jaume Ciurana (CiU) y Francesc Narváez (concejal de Sant Martí, PSC). Y sacó sus con- clusiones. "Las preguntas sobre si el Ayuntamiento conocía la situación me parecen acertadas, lástima que El fotógrafo Sergi Reboredo, ayer en los pasillos del Ayuntamiento

 

"Barcelona idea rascacielos mientras se llena de pobres"

 

LA TRIBUNA DE LOS CIUDADANOS
"Barcelona idea rascacielos mientras se llena de pobres"
Narváez no las haya contestado", opina Sergi. Un responsable munici- pal ya admitió la semana pasada que desconocía la dura realidad que se vive en la antigua fábrica. El jo- ven fotógrafo cree que Ca l'Aranyó es el símbolo de una doble Barcelo- na, "la que proyecta rascacielos y la que, a la vez, se llena de indigentes que deberían recibir más atencio- nes. Eso es básico". Reboredo certi- ficó que desde el día que vinieron urbanos, técnicos, funcionarios, et- cétera a la fábrica, en "Ca l'Aranyó la situación está como el primer día". "Si la mayoría de ellos –apos- tilla– rechaza los albergues y las ayu- das sociales que les ofrecen, será porque no se ajustan a sus necesida- des reales."c
BARCELONA. – Ha convivido seis meses con los indigentes que malviven en Ca l'Aranyó y ha foto- grafiado su dura realidad entre los escombros de la futura sede de la Ciutat del Cinema. Sergi Reboredo (Sant Adrià, 1972) dejó la cámara unas horas y acudió ayer al pleno
municipal a oír el debate originado por la publicación en "La Vanguar- dia" de sus estremecedoras fotos. Sergi escuchó con mucha atención el diálogo entre Jaume Ciurana (CiU) y Francesc Narváez (concejal de Sant Martí, PSC). Y sacó sus con- clusiones. "Las preguntas sobre si el Ayuntamiento conocía la situación me parecen acertadas, lástima que
El fotógrafo Sergi Reboredo, ayer en los pasillos del Ayuntamiento

 

Media docena de personas malviven todavía en Ca l'Araño

Los viejos muros rojizos de la fábrica de Ca l'Arañó, junto a las obras de la to- rre Agbar, cerca del centro comercial Glòries, dibu- jan los últimos estertores de lo que fue el Manchester catalán. "Que no, que ya les he dicho que no pien- so dejarles pasar a verlo ni a hacer fotos si no tienen autorización." A pesar de que los anexos de la vetus- ta industria textil del siglo XIX co- menzaron a derruirse hace ya tres semanas, y que todo el perímetro del lugar está vallado desde enton- ces, todavía hay quien vive –es un decir lo de vivir– en su interior. "Estamos hartos de que se nos cuele la gente por las noches –prosi- gue el vigilante–, vienen a dormir, saltan las vallas, algunas veces nos encontramos los candados reventa- dos... Por la mañana los desperta- mos y les decimos que se tienen que marchar. Lo tienen todo lleno de desperdicios y chatarra, yo creo que la venden por ahí, pero tam- bién hay un matrimonio que duer- me aquí y cada mañana se marcha más elegante que usted y yo juntos, con corbata y todo."

 

Media docena de personas malviven todavía en Ca l'Araño

 

LUIS BENVENUTY
BARCELONA
Los viejos muros rojizos de la fábrica de Ca l'Arañó, junto a las obras de la to- rre Agbar, cerca del centro comercial Glòries, dibu-
jan los últimos estertores de lo que fue el Manchester catalán. "Que no, que ya les he dicho que no pien- so dejarles pasar a verlo ni a hacer fotos si no tienen autorización." A pesar de que los anexos de la vetus- ta industria textil del siglo XIX co- menzaron a derruirse hace ya tres semanas, y que todo el perímetro del lugar está vallado desde enton- ces, todavía hay quien vive –es un decir lo de vivir– en su interior.
"Estamos hartos de que se nos cuele la gente por las noches –prosi- gue el vigilante–, vienen a dormir, saltan las vallas, algunas veces nos encontramos los candados reventa- dos... Por la mañana los desperta- mos y les decimos que se tienen que marchar. Lo tienen todo lleno de desperdicios y chatarra, yo creo que la venden por ahí, pero tam- bién hay un matrimonio que duer- me aquí y cada mañana se marcha más elegante que usted y yo juntos, con corbata y todo."
Las sombras que moran en Ca l'Arañó salieron a la luz pública ha- ce tres años. Entonces, el periodis- ta Sergi Reboredo publicó en este diario un reportaje fotográfico so- bre las diez personas que hicieron de esta fábrica abandonada desde los años ochenta su hogar: un alco- hólico nihilista, un matrimonio que lo perdió todo tras un acciden- te laboral y que aún conservaba la esperanza de regresar a su conven- cional vida anterior...
"Ahora viven en la fábrica seis personas, el matrimonio, dos ru- manos... pero ahí dentro no hay na- da que ver, está todo asqueroso, lle- no de chatarra, basuras, preserva- tivos usados, hasta revistas por- nos... Hay quien no vive, que sólo entra un rato, y una vez nos en- contramos un 'fiambre' con una je- ringuilla en el brazo... Se cuelan también por una ventana de atrás que no tiene rejas." Hay que ser
Una historia de 125 años
n La historia de Ca l'Arañó se remonta a 1878, cuando la firma inglesa Prince Smith levantó un centro textil inspirado en las factorías
de Manchester. A pesar de su origen británico, toma el nombre del que fue su propietario, el industrial manresano Claudi Arañó. Formó parte del paisaje de Poblenou durante un siglo, hasta que en los ochenta cesó su actividad y se trasladó a Santa Maria de Palautordera, lo que aceleró su degradación y convirtió sus naves en cobijo de indigentes. El primer intento de recuperación se produjo en 1998, cuando el Ayuntamiento cedió el edificio a la Fundació de Història de la Moto por 50 años, para que montara un museo de motocicleta. Dos años después. Clos revocó la concesión tras considerar fracasado el proyecto
un gato para encaramarse por ahí. Una joven francesa toma el sol junto a su bebé. "No sé si vive gente aquí, pero allí al lado viene a veces la gente del tecno –añade mirando otra destartalada nave industrial que queda detrás–. No hace mucho se hacían fiestas 'rave', pero ya no.
Ahora está todo tranquilo." Una joven pareja, de las que vi- ven en los pisos cercanos de recien- te construcción, asegura que no te- nían idea de que alguien pudiera vi- vir en la fábrica. "No tengo ninguna queja, sabía lo de las fiestas de al la- do, pero, ¿seguro que allí vive gen- te? Si eso no son viviendas, es una fábrica abandonada..." La reforma del Poblenou, su conversión en ba- rrio tecnológico, encuentra, bajo al- gunas de las piedras que levanta, to- do un mundo de sombras. Y no to-
das salen a la luz

 

Ca l'Aranyó recibe el visto bueno para ser un campus audiovisual

BARCELONA. – La comisión de Infraestructuras y Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona apro- bó ayer de forma definitiva el Plan Especial de Reforma (PERI) del fu- turo campus audiovisual que se le- vantará en los terrenos de Ca l'Aranyó. Se trata de una antigua fá- brica textil de titularidad municipal donde hasta hace sólo unas sema- nas malvivía un grupo de indigen- tes, en condiciones infrahumanas La ciudad de la imagen está deli- mitada por la Diagonal y las calles Llacuna. Almogàvers y Ciutat de Granada y contiene como elemento singular la fábrica que será reforma- da. El proyecto –forma parte del dis- trito tecnológico 22@– llegará el próximo viernes al pleno municipal y prevé que los edificios con facha- da a la avenida Diagonal tengan una altura de planta baja más siete pisos, mientras que los que se en- cuentren en segunda línea tengan planta baja más 17 pisos.

Ca l'Aranyó recibe el visto bueno para ser un campus audiovisual

Las instalaciones se edificarán junto a la antigua fábrica textil, donde hace apenas unas semanas vivía un grupo de indigentes
SILVIA ANGULO
BARCELONA. – La comisión de Infraestructuras y Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona apro- bó ayer de forma definitiva el Plan Especial de Reforma (PERI) del fu- turo campus audiovisual que se le- vantará en los terrenos de Ca l'Aranyó. Se trata de una antigua fá- brica textil de titularidad municipal donde hasta hace sólo unas sema- nas malvivía un grupo de indigen- tes, en condiciones infrahumanas
La ciudad de la imagen está deli- mitada por la Diagonal y las calles Llacuna. Almogàvers y Ciutat de Granada y contiene como elemento singular la fábrica que será reforma- da. El proyecto –forma parte del dis- trito tecnológico 22@– llegará el próximo viernes al pleno municipal y prevé que los edificios con facha- da a la avenida Diagonal tengan una altura de planta baja más siete pisos, mientras que los que se en- cuentren en segunda línea tengan planta baja más 17 pisos. En total,
SERGI REBOREDO / ARCHIVO
La antigua fábrica estaba ocupada por un grupo de indigentes
n TÚNEL DE MITRE
se destinarán 27.909 metros cuadra- dos a equipamientos tecnológicos, 7.998 a equipamientos locales, 2.634 metros cuadrados a vivienda protegida, y 27.714 metros cuadra- dos a zonas verdes.
El portavoz del grupo municipal CiU, Jaume Ciurana, afirmó ayer que el plan definitivo contiene "mo- dificaciones importantes respecto al que se presentó en exposición pú- blica". Con todo, CiU mostró su dis- conformidad con el proyecto defini- tivo, "que no ha recogido las alega- ciones que presentó el grupo muni- cipal", según explicó Ciurana.
Can Fargues
Ca l'Aranyó acogió durante más de seis meses a un grupo de "sin te- cho" que transformaron estas anti- guas instalaciones en su hogar. Ha- ce menos de un mes unas excavado- ras entraron en la fábrica y echaron a sus habitantes.
La comisión municipal también aprobó el plan especial de protec- ción de la masía de Can Fargues, en- tre el paseo Maragall y la avenida de Frederic Rahola. La comisión dene- gó el proyecto presentado por la em- presa Unicompta para ubicar un ge- riátrico privado en este edificio. Los vecinos han reivindicado en nu- merosas ocasiones el uso público de la masia y de los jardines. Ayer Ca- sas explicó que se habían manteni- do contacto con la Unió de Pagesos para instalar en el edificio el museo de la agricultura.

 

Barcelona y Terrassa se alían para atraer al sector audiovisual

Ca l'Aranyó, el edificio municipal destinado a albergar la ciudad del cine de actividades. Concretamente, el Ayuntamiento quiere llevar a conce- sión la vieja factoría Ca l'Aranyó, para albergar a empresas de este sec- tor y alzar en su entorno un área des- tinada específicamente a la indus- tria cinematográfica. La propuesta urbanística de Barcelona suma más de 116.000 metros cuadrados de techo. Por su parte, el Ayuntamiento de Terrassa promueve un proyecto si- milar en el viejo edificio del Hospi- tal de Tòrax. Un inmueble de 50.000 metros cuadrados alzado en la periferia de la ciudad al que cabe añadir otros 150.000 metros cuadra- dos de suelo en el entorno que el mu- nicipio propone destinar a este tipo de actividades. La semana pasada, el Ayunta- miento de Terrassa y de Barcelona firmaron un convenio de colabora- ción para coordinar sus respectivas propuestas. "Nos hemos dado cuen- ta –explicaba ayer Ramón García Bragado, gerente del área de Urba- nismo de Barcelona– que las mis- mas compañías que nos venían a ver a nosotros iban a verlos a ellos, y al revés. Nosotros podemos ofrecer unas cosas y Terrassa otras."

 

Barcelona y Terrassa se alían para atraer al sector audiovisual

Los dos municipios quieren coordinar sus respectivos proyectos para albergar a la pujante industria audiovisual
BARCELONA. (Redacción.) – Barcelona y Terrassa unirán su es- trategia para hacerse un lugar en el mundo de la industria audiovisual. Ambos municipios promueven en sus respectivos territorios un espa- cio para albergar a empresas de este sector que, en los últimos años, ha demostrado ser uno de los más bo- yantes y sólidos de la llamada nue- va economía. La modesta e inci- piente industria catalana facturó en el año 2000 más de 20.000 millones de pesetas.
Esta es la primera ocasión en que Barcelona coordina su política de suelo para albergar nuevas activida- des económicas con un municipio del área metropolitana. Con la ex- cepción de la Fira –que comparten Barcelona y l'Hospitalet–, los ayun- tamientos competían hasta ahora entre sí para atraer a las empresas interesadas por afincarse en el área.
En el sector audiovisual, por ejemplo, el Baix Llobregat, en espe- cial, l'Hospitalet y Sant Joan Despí han acaparado buena parte de la ac- tividad del sector audiovisual radi- cado en Cataluña.
Barcelona ha consagrado el distri- to 22@ –la reforma del viejo barrio industrial de Poblenou– a este tipo
SERGI REBOREDO / ARCHIVO
Ca l'Aranyó, el edificio municipal destinado a albergar la ciudad del cine
de actividades. Concretamente, el Ayuntamiento quiere llevar a conce- sión la vieja factoría Ca l'Aranyó, para albergar a empresas de este sec- tor y alzar en su entorno un área des- tinada específicamente a la indus- tria cinematográfica. La propuesta urbanística de Barcelona suma más de 116.000 metros cuadrados de techo.
Por su parte, el Ayuntamiento de Terrassa promueve un proyecto si- milar en el viejo edificio del Hospi- tal de Tòrax. Un inmueble de 50.000 metros cuadrados alzado en la periferia de la ciudad al que cabe añadir otros 150.000 metros cuadra-
dos de suelo en el entorno que el mu- nicipio propone destinar a este tipo de actividades.
La semana pasada, el Ayunta- miento de Terrassa y de Barcelona firmaron un convenio de colabora- ción para coordinar sus respectivas propuestas. "Nos hemos dado cuen- ta –explicaba ayer Ramón García Bragado, gerente del área de Urba- nismo de Barcelona– que las mis- mas compañías que nos venían a ver a nosotros iban a verlos a ellos, y al revés. Nosotros podemos ofrecer unas cosas y Terrassa otras."
La Generalitat y el Ayuntamien- to de Barcelona coinciden en califi- car de "estratégico" el sector audio- visual. Así lo han afirmado el conse- ller en cap, Artur Mas, y el propio alcalde de Barcelona, Joan Clos, quien ha reclamado la instalación de una "canal televisivo de ámbito español en Cataluña". En el fondo, Madrid, con su ciudad del cine pro- movida por la Comunidad, es tam- bién el referente en esta materia.

 

Nochevieja en la ciudad del cine

La noche del 31 de diciembre, la in- mensa mayoría de los ciudadanos compartían los últimos minutos del año delante del televisor, con las uvas preparadas y pendientes de las doce campanadas. En aquel momento, a casi nadie –por no decir a nadie– ni se le pasó por la cabeza que en la opulenta Barcelona del si- glo XXI, no todo el mundo tiene tele y se las apaña como puede –si es que puede– para ce- lebrar el Fin de Año. En Ca l'Aranyó, un viejo edificio industrial abandonado junto a Glòries y que sigue ocupado por una decena de indigentes, no hay televisor y la Nochevie- ja fue muy distinta a cualquier otra. Como se hacía años atrás, poco antes de la mediano- che, el Sevilla, José Godoy y los demás ocu- pantes tenían encendida la radio y estaban to- dos preparados, con las uvas en la mano. Solamente faltaban Juan y Ana, una pareja que también vive en la futura "ciudad del ci- ne" del 22@, pero que esa noche estaban invi- tados en casa de una amiga, a la que ellos lla- man madrina. En un pequeño piso se junta- ron siete personas, entre familiares y amigos, que compartieron la velada, con uvas, cava y refresco de cola. "Yo brindo con Coca-Cola porque no me gusta el vino

 

Los indigentes que siguen viviendo en las ruinas de Ca l'Aranyó celebran el Fin de Año al calor de las hogueras

SUSANNA HUGUET
Barcelona
La noche del 31 de diciembre, la in- mensa mayoría de los ciudadanos compartían los últimos minutos del año delante del televisor, con las uvas preparadas y pendientes de las
doce campanadas. En aquel momento, a casi nadie –por no decir a nadie– ni se le pasó por la cabeza que en la opulenta Barcelona del si- glo XXI, no todo el mundo tiene tele y se las apaña como puede –si es que puede– para ce- lebrar el Fin de Año. En Ca l'Aranyó, un viejo edificio industrial abandonado junto a Glòries y que sigue ocupado por una decena de indigentes, no hay televisor y la Nochevie- ja fue muy distinta a cualquier otra. Como se hacía años atrás, poco antes de la mediano- che, el Sevilla, José Godoy y los demás ocu- pantes tenían encendida la radio y estaban to- dos preparados, con las uvas en la mano.
Solamente faltaban Juan y Ana, una pareja que también vive en la futura "ciudad del ci- ne" del 22@, pero que esa noche estaban invi- tados en casa de una amiga, a la que ellos lla- man madrina. En un pequeño piso se junta- ron siete personas, entre familiares y amigos, que compartieron la velada, con uvas, cava y refresco de cola. "Yo brindo con Coca-Cola porque no me gusta el vino, pero lo que cuen-
ta es brindar", explica Juan con la esperanza de que el año que comienza le vaya mejor.
Juan y Ana llevan once años juntos y hace diez que se quedaron sin piso. Desde enton- ces comparten su vida en un descampado o en alguna casa vacía, que limpian, arreglan y convierten en vivienda. Llegaron a Ca l'Aranyó a principios del verano y se instala- ron en "el portal de Belén", que es como lla- man al rincón que ocupan. Una apertura sin puerta es la entrada de su casa. "Venid, os to- máis un café y charlamos un rato", dice ense- guida Juan. Unos pequeños y brillantes ojos azul claro se esconden detrás de sus gafas, su- cias por el polvo que hay por todas partes. Un
mismo espacio sirve de cocina, comedor y sa- lón, con una mesa redonda cubierta con un mantel floreado. Al lado, dos sillas a las que enseguida se suma otra y una mecedora azul, "ésta hace por lo menos dos años que nos acompaña", explica Ana con una sonrisa. En su falda se acomoda la gata que convive con ellos. Mientras hablan, "King of the road" sue- na en la pequeña radio que hay sobre la mesa. "Me encanta Elvis", dice Juan dejando de ha- blar para escuchar la canción.
Esta pareja vive de recoger cosas y vender- las los días de mercado en las Glòries, aunque no les va muy bien. "Si encuentras antigüeda- des –explica Ana– tienes más posibilidades
de venderlas pero si no, se vende poco". Su último trabajo fue en el metro de Barcelona y Juan trabajaba en una empresa de servicios de limpieza. Ahora su madrina los ayuda, aunque en realidad le gustaría que la pareja viviera con ella. "Pero todo el mundo necesi- ta un cachito de intimidad y el piso es muy pequeño para los tres", explica Juan.
Oyeron las campanadas por el primer ca- nal de TVE, aunque Juan no pudo acabarse las doce uvas. "Nunca llego a comerme las uvas a la par", reconoce con resignación. Mientras, en Ca l'Aranyó, el humo de las ho- gueras podía verse desde la parte baja de la Diagonal. A las tres de la madrugada recibie- ron la visita de Juan y Ana que, aunque esa noche dormían en el piso, no olvidaron a sus compañeros de cada día.
Para algunos de los que viven en Ca l'Aranyó, esta vieja fábrica textil es su casa desde hace tiempo. Es el caso del Sevilla, que enseguida deja claro que no quiere hablar, "a mí que me dejen en paz, que yo ya estoy bien como estoy". Es de los más veteranos y se pre- ocupa por los que llevan menos tiempo allí. Aunque él, ya mayor, explica convencido que no quiere cambiar su forma de vivir, Juan y Ana, sí tienen esperanzas en que las cosas no sigan como hasta ahora. "El otro día –dice Ana convencida– vi en el cielo una estrella fu- gaz y sé que todo nos va a ir bien

En vez de ayuda, medidas drásticas y desalojos
En el mes de junio, poco antes de que se definieran los planes de futuro para la vieja fábrica textil –que acogerá la ciudad del cine en el distrito tecnológico del 22@–, responsables del área municipal de Bienestar Social echaban de su refugio a las personas que entonces vivían en Ca l'Aranyó. El desalojo se produjo después de que este diario publicara un reportaje sobre la dura realidad de los "sin techo",
buscadores de cachivaches, que luego venden por poco dinero. Aunque los técnicos habían prometido ayuda y no medidas drásticas, llevaron a cabo el desalojo sin solucionar el problema. En realidad, reconocían que no disponían de mecanismos para facilitarles ayuda. Actualmente, muchos de los que fueron desalojados o han vuelto a la fábrica o han ocupado otros espacios abandonados